diciembre 25, 2010

Segunda Intervención: Post-Fiesta

Cierto es que, de la Navidad, lo que más espero es la comida. Increíble de creer al saber que poseo tan sólo 55kg de masa corporal. Sin embargo, es lo que más disfruto ahora de esta noche "tan especial".

Si bien antes la cena se reducía a sólo sentarme a disfrutar de lo que se preparara para cenar, a mis 21 años ya significa ayudar en la planeación, en la compra, en la preparación y -obviamente- en el consumo. Nunca nadie se acercó a enseñarme a cocinar, fue un proceso de observación y experimentación, el cual resultó bien. Este año me tocó preparar el postre, el cual fue un Tronco Navideño de Chocolate y Almendras, muy rico por cierto.

Como es costumbre en mi familia, la cena fue un campo de guerra, en el cual todos atacamos a todos; ataques que, al contrario de considerarlos discusiones, resultan ser remembranzas de actos cómicos que pasaron en el año que casi termina. Resultado: un dolor de estómago porque me era casi imposible dejar de reír por tantas "estupideces" que hicimos este año.

Fue en ese momento donde recibí "el espíritu navideño" del que muchos comentaron esta mañana: y tal cual lo escribí previo a la cena, la magia de esta noche resulta en la grata compañía que te rodee. Familia, amigos, pareja, amantes... ¡Qué más da! El placer de estar con alguien (singular o plural) que es de nuestro agrado, repercute en que la noche obtenga eso extra. Sin olvidar, claro, que la comida hace también la diferencia, ja.

Es entonces así como termina mi navidad. Esperando que la próxima sea junto a mi pareja, en su casa o la mía, qué importa... que sea juntos es lo sustancialmente relevante. Y para cuando acabe este año, que sigue contando sus últimas horas, estaré feliz y pleno al recordar que hice mil estupideces que, junto a las de mi familia, nos brindaron una magnífica Noche Buena.

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